Debido a su exposición constante a los elementos naturales, las cubiertas son especialmente vulnerables a una variedad de problemas, como el desgaste debido a la radiación solar, la acumulación de agua por lluvias, la nieve, el viento y otros factores ambientales.
Una cubierta en mal estado puede comprometer gravemente la integridad del edificio. Las filtraciones de agua son uno de los problemas más comunes y peligrosos, ya que pueden dar lugar a la aparición de humedades, moho y la degradación de los materiales constructivos, afectando no solo la estructura sino también la salubridad del ambiente interior. Por ello, la inspección periódica y el mantenimiento adecuado de las cubiertas son acciones fundamentales para garantizar la seguridad y confort de los ocupantes, así como para prolongar la vida útil del edificio.
La inspección técnica debe ser exhaustiva, abarcando tanto la revisión visual de los elementos superficiales como una evaluación más profunda de los sistemas de impermeabilización y drenaje. Es esencial detectar a tiempo cualquier signo de deterioro, como fisuras, desprendimientos de materiales, obstrucción en los sistemas de evacuación de aguas pluviales, o puntos de infiltración. Estos elementos no solo deben revisarse visualmente, sino que también es recomendable el uso de herramientas como cámaras termográficas o drones, que permiten identificar problemas ocultos que podrían no ser visibles a simple vista.